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jueves, 11 de enero de 2018

LO GAY NO QUITA LO FACHO !

Por Gabi Menichelli / Varones gays que rechazan el mariconeo y refuerzan su masculinidad como una forma de pertenencia y normalización de la orientación sexual.Un alegato para seguir llenando las calles de plumas y escribir con glitter la palabra revolución.
Cuando les conté a mis amigos heterosexuales que soy puto (como si ellos alguna vez me hubiesen informado que son héteros) una de las primeras cosas que me dijeron fue que estaba bien, pero que no cambie. Con esto querían decir que no me vuelva más afeminado. En su momento no le di demasiada importancia, pero hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta del lugar en el que nos pone la sociedad en general a las personas con otra sexualidad que no sea la establecida por el sistema. Es decir, si sos puto está bien pero mientras seas masculino. Esta idea nos atraviesa de tal forma que para muchos putos, perdón: GAYS, muchas veces la violencia y la discriminación que padecemos es por culpa de las maricas irreverentes.
Las que te llenan las calles de plumas y están orgullosas de eso. Su masculinidad, forzada e impuesta, es su bien más preciado, porque sin ellas son un puto cualquiera. Se alían al opresor y rechazan la lucha del colectivo y de otros sectores como el feminismo, están en contra del aborto y del poder de decisión sobre el cuerpo de cada una. Se mantienen en la zona de confort llena de privilegios que les da su condición de varón cis masculino “cuasi hetero”. Son los mismos que celebraron la ley de Matrimonio Igualitario no como una conquista de derechos sino como la validación para la normalización. Todo esto enmarcado en un contexto de bombardeo informático por parte de los medios hegemónicos de comunicación y funcionarios, que hacen ver a la política como algo sucio, a la militancia como cosa de vagos y grasas.
El gay normalizado cree que pelear por sus derechos y los de los demás no es cool. En cambio prefiere políticas vacías, carentes de contenido, y que no resuelven los problemas de fondo. Es lo que el opresor desea, gente que cree que está satisfecha en su lugar mientras no se descontrole y que no piense en las menos favorecidas. Claro que es mucho más fácil dejarse llevar por la superficialidad de los cuerpos y los productos, las promesas vacías, dejarse encandilar por el lujo de los cruceros gays y desconocer el asesinato de las compañeras trans, la lucha de los pueblos originarios, entre tantas otras cosas. Todos estamos atravesados por lo mismo, en mayor o menor medida. Pero sin duda la batalla por la liberación sexual se da a la par de la lucha por la igualdad y la justicia social, sosteniéndose y reafirmándose unas con otras. “No hay revolución social sin revolución sexual”.